En junio de 1988, un año después de concluir mis estudios de periodismo en Colima, llegué a radicar al estado de Morelos, donde en compañía de un grupo de colegas y amigos que la vida puso allá en mi camino, tuve la oportunidad de practicar técnicas del reportaje crítico de investigación.
Lo anterior, indudablemente, dejó una huella fundamental en mi carrera periodística. Pero ésta no habría sido suficiente sin, a la vez, haber entrado en contacto y caminado al lado de personas defensoras de los derechos humanos, con quienes descubrí los aspectos de la realidad que deseaba mostrar y el tipo de periodismo al que consideré importante dedicar mis mayores esfuerzos.
En ese sentido, la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos (CIDHM), que actualmente se encuentra conmemorando el 35 aniversario de su fundación, contribuyó de manera decisiva al enfoque de mi actividad periodística. Durante varios años, de manera simultánea ejercí el periodismo en diversos medios de comunicación de Morelos y milité abiertamente en esa organización civil, hasta que en 1994 regresé al estado de Colima.
En la tierra de Emiliano Zapata pude aprender de activistas como José Martínez Cruz, Juliana García Quintanilla, Julián Cruzalta Aguirre, Juan Ignacio Suárez Huape (qepd), Susana Díaz Pineda, Antolín Escobar Cervantes, Flora Guerrero Goff y Sergio Díaz González (qepd).
Desde aquellos primeros años, como lo sigue haciendo la CIDHM, defendíamos casos concretos de violación a los derechos humanos, entre los que abundaban la tortura y las ejecuciones extrajudiciales; invitábamos a ruedas de prensa; difundíamos comunicados; organizábamos cursos, conferencias, charlas y talleres tanto en Cuernavaca como en comunidades del estado de Morelos; elaborábamos informes sobre situaciones específicas y promovíamos reformas legales, entre otras actividades.
Eran tiempos del gobernador Antonio Riva Palacio López, quien encabezó una administración altamente represora de los derechos humanos, lo que provocó reacciones y levantamientos de pueblos que no estaban dispuestos a permitir más abusos y atropellos.
Uno de los casos emblemáticos de esa época fue el de la desaparición forzada del luchador social José Ramón García Gómez, cuyos avances logrados en las investigaciones tuvieron mucho que ver con el empuje de la CIDHM, aunque 36 años después pese a la detención de tres de los autores materiales, no se ha podido determinar su suerte y su paradero.
Fundada en 1989, la CIDHM es una de las organizaciones activas más antiguas del país, que se adelantó incluso a la creación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos por parte del gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. En ese contexto, la Comisión Independiente jugó un papel fundamental en la promoción y defensa de los derechos humanos de la población morelense.
A 35 años de su fundación, la CIDHM ha persistido en las luchas que motivaron su conformación y ha enfrentado nuevos retos y batallas, conforme a las nuevas realidades que se viven en esa entidad y en el país. Pilares fundamentales de esta organización han sido sus impulsores iniciales, Juliana García Quintanilla y José Martínez Cruz, con la participación de activistas como Marco Aurelio Palma Apodaca y Paloma Estrada Muñoz, así como otras personas que han colaborado y contribuido al trabajo.
En mi caso, aunque sólo participé directamente durante los primeros años de la CIDHM, tres décadas después de mi retorno a Colima sigo sintiéndome parte de ese gran proyecto y conservo un especial cariño y gratitud hacia sus integrantes y hacia esta organización que me permitió colaborar y, con ello, tanto aportó a mi formación, por lo que me sumo con gusto a la conmemoración de sus 35 años.
Larga vida a la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos y a las organizaciones civiles que trabajan por la dignidad humana en todos los rincones del país, con el propósito de combatir los abusos y atropellos cometidos desde los poderes contra la población.