Colima, México, Avanzada (10/03/2025).- Como acto conmemorativo por el Día Internacional de la Mujer, el sábado 8 de marzo se realizó en la Escuela de Trabajo Social Vasco de Quiroga el panel “Tejiendo lazos con mujeres”, en el que participaron la activista Clementina Nava Pérez, directora del Centro de Apoyo a la Mujer A.C. (CAM), y la teóloga feminista María Nicolasa Sánchez Vázquez, presidenta de la asociación Educación y Desarrollo para Unificarnos en Caminos Alternativos, A.C. (EDUCA), de la congregación Misioneras Eucarísticas de María Inmaculada.
Realizado ante la comunidad estudiantil, docente y administrativa de la institución educativa, el evento —moderado por la maestra Marigel Castillo Cázares— versó sobre la importancia de la sororidad, la cooperación, el apoyo y la solidaridad entre las mujeres, así como las experiencias que han vivido en ese sentido ambas organizaciones.
Nava Pérez dijo que desde hace 41 años el CAM ha trabajado en la reivindicación de las mujeres, pues sus objetivos están orientados a eliminar la violencia contra ellas, en todas sus formas, a prevenirla y atender a las mujeres. “Ello implica hacer un trabajo muy amplio, de sensibilización y concientización. Implica cambiar el pensamiento androcéntrico que explica el mundo, la vida, las relaciones, poniendo en el centro el ser hombre; y hemos trabajado intensamente para enaltecer el ser mujeres, ya que la sociedad históricamente las ha devaluado”.
A su vez, Sánchez Vázquez señaló que en EDUCA A.C. “nos consideramos mujeres en proceso de autoidentidad porque vamos construyendo nuestras identidades de manera libre en la pertenencia a nuestra organización, y este sueño colectivo nos ha ido hermanando más y ha ido generando una interdependencia, ya que todas nos necesitamos y somos importantes para la realización de un trabajo colaborativo, más allá de solo cooperar. La sororidad es hermanarnos con el propósito de soñar juntas, senti-pensar juntas, sanar juntas, levantarnos juntas, emprender alternativas juntas”.
Para lograr lo anterior, las dos defensoras mencionaron la necesidad de despojarse de creencias antiguas. Clementina Nava se refirió a la importancia de “deconstruir las relaciones de poder/dominio/sujeción, los efectos de la violencia en su historia de vida. Las mujeres van tomando más autonomía en sus decisiones, y se plantean nuevas formas de relacionarse con su pareja, sus novios, esposos, sus pares, basadas en el respeto a la diferencia, la solidaridad y la comunicación asertiva que expresa sus necesidades y deseos”.
María Nicolasa Sánchez, quien ha sido misionera en México, Perú y Chile, expuso que dentro del trabajo de EDUCA, paulatinamente “vamos haciendo camino de desestructuración de nuestras formas de vivir, heredadas por el patriarcado, en competencia y rivalidad como mujeres, y lo vamos haciendo a través de acompañamiento terapéutico grupal y personal, lo cual va ampliando nuestro ser y estar como mujeres consagradas, ya que también nosotras somos parte del proyecto. Nos dejamos acompañar, para acompañar a otras mujeres”.
La directora del CAM comentó que la reivindicación por la que lucha ese organismo tiene que ver también con el reclamo de derechos, los mismos derechos que los hombres, y en ciertas circunstancias lograr acciones afirmativas para las mujeres, con el fin de resarcir la desigualdad.
“Tenemos claro que la sociedad tiene una deuda histórica con las mujeres, ya que se ha ‘robado’ o ‘desperdiciado’ el tiempo de las mujeres, que es el más valioso elemento en la vida de un ser humano; se ha dilatado o ‘arruinado’ el potencial creativo e intelectual”.
Esto, añadió, “no quiere decir que las mujeres hayan o hayamos estado ‘empobrecidas’ en estos aspectos, reconocemos que en su mayoría ha habido un florecer de las mujeres en medio del desierto, a pesar de las adversidades. Revisemos la genealogía familiar, y nos daremos cuenta que nuestras madres, abuelas, tías, salieron adelante, y muchas resplandecieron aún las tormentas que enfrentaron”.
LA DIGNIDAD COMO DERECHO
De acuerdo con Nava, de profesión psicóloga, en el CAM trabajan para que las mujeres se valoren, “hablamos de la dignidad como un derecho valiosísimo de la condición humana; tengamos presente que cuando las mujeres son violentadas, se deteriora su autoestima, su autopercepción de ser dignas. Enfatizamos en que no es que las mujeres pierdan la dignidad, puesto que siendo la dignidad un derecho humano, es inherente a la persona y no se pierde con el maltrato. Sin embargo, al ser violentadas se afecta la mirada que tienen de sí mismas en el espejo en que se miran y predomina su voz interna de devaluación”.
La dignidad, a juicio de Clementina Nava, “es la respuesta asertiva que nos damos a nosotras mismas y consiste en decirnos a tiempo y en el momento necesario, lo que quiero o no quiero para mi vida; consiste en percibirnos valiosas y poner límites para que los demás nos respeten: consiste en no tolerar el abuso, las humillaciones, la manipulación, la violencia física y/o psicológica, que no solo puede provenir de la pareja o expareja, sino de hijas, hijos, familiares, amigos, amigas. A las mujeres les decimos que es indispensable que haya un compromiso ético, primero con ellas mismas (me quiero, decido lo que está bien para mí, me procuro bienestar, felicidad) para lograr salir del círculo de la violencia conyugal o familiar”.
En el CAM, explicó, se facilitan procesos de concientización y de empoderamiento durante 4 meses, mediante un programa de 20 talleres educativos (con efectos terapéuticos) para que las mujeres se fortalezcan: se analizan aspectos de la historia de vida de las mujeres, sus relaciones familiares y de pareja, la violencia de género, los derechos, la dependencia emocional, sexualidad, autoestima, dependencia emocional, empoderamiento, relacionados éstos con los contextos sociales.
“¿Cómo procurar la sororidad? Deviene de la comprensión de que la violencia es un problema social, que no solo le pasa a ella, sino la violencia es un problema de género, y lo vive la otra compañera, con la cual empatiza, se solidariza, se hermana. Comprende la importancia de la acción colectiva. Se conocen en las vulnerabilidades, pero también se reconocen en la fuerza, verse en el espejo de la otra compañera, ayuda en la concientización”.
En la asociación EDUCA, dijo María Nicolasa Sánchez, “nuestras relaciones sororales son apenas un ‘pinino’ que nos va enseñando a acuerparnos, arroparnos, protegernos como asociación y uno de nuestros pilares es la solidaridad entre cada equipo y entre equipos”
Lo que hacen para acompañar los procesos de reivindicación, sororidad y empoderamiento en las mujeres, es trabajar con base en proyectos y se encuentran en 3 municipios: Cuauhtémoc, Colima, Pihuamo y Zapotlán el Grande, Jalisco.
En el primer proyecto, informó Sánchez, se trabaja en la prevención y desestructuración de la violencia contra las mujeres, en el ámbito familiar, siendo gestoras de equidad para el desarrollo comunitario”, durante dos años con grupos de 35 mujeres en cada municipio y grupos de hombres (de preferencia sus esposos), a nivel de prevención, a través de talleres, conferencias, grupos de autoapoyo, mesas de diálogo, terapia de movimiento del cuerpo, etcétera, con el apoyo de especialistas.
El segundo proyecto, que actualmente se está ejecutando, es por tres años y va en la línea de desestructurar la violencia, con 50 mujeres por municipio y grupos de niñez y juventud 30 por municipio, sin dejar completamente de lado a los hombres, precisó la teóloga feminista.
Actualmente ya hay indicios en las mujeres de reivindicación, pues al empezar a hacer uso de sus derechos con dignidad para ser libres de violencias machistas y patriarcales, van poniendo límites, aprendiendo a descansar y a priorizarse a sí mismas; se van dando rasgos de sororidad ya que hay una identificación entre mujeres y han ido aprendiendo a sostenerse unas a otras.
Así también, indicó la religiosa, “pueden nombrar el empoderamiento que viven cada una de ellas, dándose a sí mismas un ‘sí se puede’ a lo que necesitan, lo que merecen y lo que es justo; y un ‘sí se puede’ cuando quieren explorar nuevos espacios, intentar nuevas actividades y expresarse de otra manera”.
Además, abundó Sánchez Vázquez, “lo que hacemos para acompañar a las mujeres en su proceso de empoderamiento es animarlas a expresar su voz en un mundo que a menudo las silencia y a ocupar los espacios que les corresponden y la manera como lo hacemos, es dándoles seguimiento a sus procesos, ya que no es suficiente con propiciar espacios de desarrollo y crecimiento personal y grupal, sino que personalizamos el acompañamiento tratando de visitarles a su casa, salir a tomar un café, o ir a algún otro espacio que les de confianza para compartir ¿cómo se sienten en su proceso, qué cambios van notando en ellas, que necesitan? y tratamos de realizarlo según lo requiera cada mujer del proyecto”.
Expuso que al darle continuidad a un proyecto, se convierte en programa, que “es lo que tratamos de hacer como asociación, en este momento con las mujeres para desestructurar las violencias en el interior del hogar. Cada uno de los proyectos o etapas del programa tiene sus acciones correspondientes para lograr el objetivo general y los específicos, así como cada uno de los indicadores que son los logros que queremos alcanzar con las mujeres, con la niñez y juventud, con los varones y con nosotras mismas”.
Ante un público conformado en su gran mayoría por mujeres estudiantes, las representantes del CAM y EDUCA las invitaron a practicar la sororidad en sus relaciones personales.
Nava Pérez externó su deseo de enfatizar la necesidad de fortalecer las relaciones entre mujeres, construyendo pactos y alianzas, construyendo lazos de amistad, de solidaridad, de sororidad. “Nos necesitamos, podemos unir nuestros saberes, nuestras experiencias, trabajar colectivamente, aprender a hacerlo (no es fácil pero se puede); las mujeres jóvenes tiene la oportunidad del conocimiento de muchas cosas que en el pasado no se tuvieron; o si se tuvieron, tienen la oportunidad de aprenderlas. La sororidad es una estrategia para la acción colectiva, con la que pueden lograrse grandes cosas. No solo la paz que da estar en paz con las y los demás, sino el impacto que se logra el actuar juntas”.
Sánchez Vázquez puntualizó que es importante que construyan y consoliden lazos de sororidad entre mujeres compañeras de estudio, de trabajo o en cualquier espacio que se encuentren, y esos lazos de sororidad estén basados en valores que sean como los pilares que sostengan dicha construcción de sociedades más estables y justas y consoliden su ser y hacer.
“Algunos de estos valores son la solidaridad entre mujeres, el creerse unas a otras, el hablar bien de sus compañeras, el respaldarse cuando alguna avanza, el aprender a reconocer, valorar e impulsar cuando una mujer tiene acceso a los espacios de poder y de toma de decisiones, pues eso es equidad y sororidad. Ser sororales entre ustedes, no se trata de que todas sean amigas, sino de hermanarse para lograr avanzar juntas”.