De pie, pero ya no tanto

Colima, México, Avanzada (17/12/2025).- Desde este 17 de diciembre, en los centros de trabajo de Colima algo cambia a ras de piso: aparece una silla. No es un gesto menor ni un favor gracioso del patrón. Es una obligación.

Con la entrada en vigor de la totalidad de las disposiciones de la llamada Ley Silla, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) exhortó a los empleadores de los sectores industrial, comercial y de servicios a cumplir cabalmente con la norma: proporcionar asientos o sillas con respaldo a quienes realizan sus labores de pie, para que puedan alternar posturas sin interrumpir su trabajo.

Gasolinerías, tiendas departamentales, hoteles, comercios y puntos de venta: recepcionistas, despachadores y vendedores, entre otros, tendrán derecho a sentarse. No cuando el flujo afloje, no “si hay tiempo”, sino como parte del diseño mismo del trabajo.

Juan lo sabe bien. Durante años trabajó como cajero en un Walmart de la ciudad. Jornadas de ocho, a veces diez horas, de pie frente a la banda transportadora, con el cuerpo convertido en poste y la sonrisa como requisito. Al final del día ,cuenta, la espalda quedaba destrozada y los pies, hinchados, como si no fueran suyos. Sentarse no estaba prohibido en papel, pero sí en la práctica: “Aquí no es para descansar”, le decían.

Lo que para muchos fue rutina, para otros se volvió desgaste crónico. La normalización del dolor como parte del salario.

El decreto publicado el 19 de diciembre del año pasado otorgó un plazo que ayer se agotó. A partir de ahora, no hay pretexto. Los centros de trabajo deberán contar con sillas con respaldo suficientes y permitir su uso durante la jornada. La instrucción es clara: alternar entre estar de pie y sentarse sin afectar la actividad laboral.

No se trata de holgazanería, como algunos quisieran insinuar, sino de salud laboral elemental. La ley no busca que el trabajo se detenga, sino que el cuerpo no se rompa.

Para Juan, la diferencia es sencilla pero profunda: poder sentarse unos minutos sin sentir que está incumpliendo. Para miles como él, la silla no es comodidad; es dignidad