Encuentran el cadáver de Licet, estaba rapada, desnuda y con visibles huellas de tortura

Avanzada (13/05/2025).- Licet Dayani Saldaña Bastidas desapareció sin previo aviso, como un suspiro que se pierde en el viento, hace ocho años. La joven colombiana, apenas una adolescente cuando su rastro se esfumó, volvió a la memoria de todos, pero esta vez en las líneas de un suceso desgarrador. Su cuerpo fue hallado el pasado fin de semana en la vía Panamericana Norte, en una provincia peruana llamada Barranca, lejos de su hogar en Algeciras, Huila, a más de 2,500 kilómetros de distancia.

Era Licet, sí, pero ya no la misma. Las autoridades la identificaron gracias a un tatuaje con su nombre grabado en la espalda, un recordatorio imborrable de su identidad que se mantuvo incluso cuando todo lo demás parecía haberse desvanecido. Su cuerpo, desnudo y con signos evidentes de violencia, fue encontrado en la madrugada del 10 de mayo. Llevaba la cabeza rapada, un símbolo de la crueldad que probablemente marcó sus últimos momentos.

Para su madre, Clemencia Bastidas, esta noticia rompió un silencio largo y doloroso. Durante años, el eco de la incertidumbre fue su única compañía, preguntándose dónde estaría su hija, si aún respiraba el mismo aire, si aún soñaba. Pero jamás imaginó que el final de esa espera se escribiría en un camino polvoriento de Perú. “Yo le pido a Dios y a las autoridades quienes puedan colaborarme. Ella era una hija nativa del municipio de Algeciras y quiero traerla acá. No cuento con los recursos y es una tragedia inesperada”, declaró Clemencia, aferrándose a la esperanza de al menos poder darle a su hija el descanso digno que merece.

El caso de Licet ahora está en manos de las autoridades peruanas, que intentan desentrañar las circunstancias de su muerte. Mientras tanto, su madre, desde la distancia, implora por apoyo para repatriar el cuerpo. Quiere que Licet regrese a casa, a las montañas verdes de Huila, donde su historia comenzó y donde, en medio de la tristeza, su memoria podrá encontrar paz.