Al desaparecer a una persona lo despojan de la dignidad humana: Obispo

Durante la ceremonia religiosa ofrecida en la Catedral de Colima por el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, la tarde del pasado sábado 30, el obispo Gerardo Díaz Vázquez ofreció en su homilía un mensaje empático a las familias buscadoras:

“Creo que en estas celebraciones no es necesario (expresar) tantas palabras, es más importante vibrar con un sentir, con un dolor, con el sufrimiento, y eso queremos hacer nosotros como iglesia: Sentir, acercarnos a esta realidad, al dolor, al sufrimiento y, en la esperanza, elevar súplicas a Dios, buscar en Dios nuestro señor fuerza, recuperar en él la esperanza de vida y la esperanza cristiana”.

Momentos antes, tras participar en la marcha conmemorativa desde la Plaza de las Personas Desaparecidas hasta el Jardín Libertad, los familiares fueron recibidos por el propio prelado, Díaz Vázquez, quien se colocó en la entrada principal del recinto religiosopara darles personalmente la bienvenida en su ingreso a la ceremonia dedicada a las personas desaparecidas.

Como pocas veces, mientras el obispo oficiaba la misa, a los pies del altar yacían decenas de lonas, pancartas y fotografías de quienes se están ausentes y sus familiares ignoran su paradero. La homilía fue especialmente corta. En pocos minutos, el prelado emitió un mensaje intenso. 

Con base en la lectura del Evangelio de ese día, el obispo definió al Reino de Dios como “el proyecto para la humanidad, y así lo entendemos nosotros: es un proyecto de justicia,es un proyecto de verdad, es un proyecto de paz, es un proyecto que dignifica a la persona humana y nos hace hermanos a todos”; en suma, “es un tesoro que se llama dignidad”.

Y en ese sentido, añadió, “no podemos negar, descartar, disminuir dignidad a ninguna persona, y esto no lo entendemos tan fácil. Si logramos comprender que todo ser humano, hombre o mujer, en las condiciones en las que se encuentre goza de una dignidad que le pertenece, de una dignidad única que le pertenece, vamos a dejar todo para respetar esa dignidad”.

Sin embargo, sostuvo, “quizás uno de los problemas más graves de nuestro tiempo” es que “no encontramos ese gran tesoro de la dignidad en cada persona”, pero “cada uno de ustedes, cada uno de estos hermanos (las personas desaparecidas) goza de una dignidad propia y es su gran tesoro. Todo lo demás queda orientado hacia esa dignidad”.

Por lo anterior, dijo el obispo a las familias buscadoras, “yo entiendo o trato de entender su dolor, porque considera la vida; pero la dignidad de cada uno de ellos (los desaparecidos), muy valiosa, ha sido arrebatada. No solo la vida, en muchos casos también la dignidad. Y a veces a nosotros, a ustedes también, la dignidad porque se les juzga, se les etiqueta porque esto, por aquello”.

Les invitó a pedir a Dios: “Abre mi entendimiento para que pueda entender este proyecto tuyo que nos lleva a descubrirte a ti y a descubrir la dignidad de cada uno de mis hermanos, hombres y mujeres, y nos hermana a todos. Que pueda descubrir eso, ojalá que todos pudiéramos entenderlo. A veces no es tan simple porque hay otros intereses, porque hemos cambiado el valor por otras cosas. Hay cosas materiales que les consideramos más valor que a la propia dignidad humana”.

El obispo concluyó su homilía: “Elevemos esta eucaristía, eleven sus palabras, sus pensamientos, sus sentimientos, sus emociones, su dolor, su tristeza, su rabia, su deseo de Justicia, su esperanza de recuperar a sus seres queridos, todo esto vamos a hacerlo oración, en la presencia de Dios, porque cuando la hacemos oración sana y necesitamos sanar para vivir.

“Cuando este sentir lo hacemos oración en la presencia de Dios, nos reconstruye, nos reconcilia con nosotros mismos y con todas las personas porque nos hace hermanos. Vamos, pues, confiando en el buen Dios, agradeciendo de poder celebrar la eucaristía, y también pidiendo que le fortalezca este empeño continuo por visibilizar el dolor, el sufrimiento de cada uno de ustedes y de sus seres que han sido desaparecidos”.